Un gran anhelo de la lucha estudiantil de 1968 era darle al Pueblo mexicano universidades
públicas que, aparte de ser autónomas, tuvieran las puertas abiertas para que los jóvenes de las
zonas más pobres tuvieran la oportunidad de prepararse académicamente y lograr así mejores
oportunidades de vida para los que menos tienen.
Con la imposición de la ley 4, la Universidad de Sonora no solo perdió su autonomía, sino que
también se volvió elitista y un gran número de estudiantes de zonas pobres, no pudieron
continuar su formación académica al terminar sus estudios de preparatoria. La opción de estudiar
y trabajar se volvió imposible en muchos de los casos, dado el alto cobro que se implementó, pero
además esa barrera de los exámenes de admisión cortó de tajo cualquier tipo de aspiración a una
carrera universitaria. Se privilegió el negocio y, de paso, se les cerraron las puertas universitarias a
miles de estudiantes que con gran esfuerzo habían obtenido su certificado de culminación de
estudios preparatorianos, mismos que no fueron garantía para que pudieran ingresar libremente a
la Universidad de Sonora. El examen de admisión se convirtió en la mejor herramienta para evitar
el crecimiento de la matrícula y, con ello, seguir manteniendo los privilegios de una burocracia
dorada que absorbe un gran porcentaje del presupuesto destinado a la Universidad pública más
importante del estado.
El grupo Ciencia y Sociedad ha informado de la transformación que podría lograrse si se privilegian
las actividades sustanciales de la Universidad en lugar de seguir sosteniendo esa obesa estructura
burocrática con sueldos que superan, en algunos casos, el sueldo del presidente de la República.
Resalta el hecho, también, de que el edificio más alto de nuestra Alma Mater, es el
estacionamiento vertical para cientos de vehículos. Ante la fuerte caída que han tenido en su
matrícula las universidades privadas, las clases media y media alta, están viendo como opción a la
Universidad de Sonora recurriendo en muchos casos a las influencias, según varios testimonios
internos, para colocar a estudiantes que si cuentan con recursos económicos para pagar las cuotas
de la ley 4.
Dice el presidente que la UNAM se ha derechizado y la Unison no es la excepción. Se ha
privilegiado la mercantilización de la educación superior y se rechaza a diestra y siniestra a miles
de jóvenes que podrían ascender en la escala socioeconómica. Le pidió también, el presidente, al
gobernador Alfonso Durazo que no le fallara al Pueblo sonorense y una nueva ley que le regrese a
la Unison su autonomía y su política de puertas abiertas con una educación gratuita garantizada
para que los hijos de los trabajadores puedan aportar en la mejora económica de sus familias.
Se requiere no tenerles miedo a las consecuencias de una sociedad más educada científicamente.
Si enseñar es enseñar a dudar, entonces la cuarta transformación debe asumir el riesgo de ser
cuestionada si sus funcionarios actúan indebidamente. Lo que no se vale es continuar con la
estrategia neoliberal de mantener en la ignorancia a un Pueblo mexicano que ha dado muestras
de superación constante y que hoy anhela, más que nunca, tener la oportunidad de ser vanguardia
en el aspecto educativo.
«Enseñar es enseñar a dudar»
Eduardo Galeano